
Como cada Semana Santa en León se vive ese ambiente distinto, de multitudes, de fiesta, de tradicciones. La magia de la Semana Santa se apodera de toda la ciudad y pasear por las calles, ver procesiones, degustar la limonada con sus tapas en el barrio Húmedo, es lo habitual de estos días.
Pero en una ciudad con más de veinte mil papones es casi raro no serlo. Es emocionante participar en las procesiones pero ser bracero y pujar una imagen lo es todavía más.
Llega el día y la hora y hay que ir a la iglesia. Me encanta ver a los hermanos como se saludan, se dan las novedades de un año que cada vez pasa más rápido; algunos vienen de Málaga, de Madrid, de cualquier punto de España... solo para pujar el paso y participar de la Semana Santa leonesa. Otros hermanos se, los menos, se ven a diario. Muchos son hermanos desde su niñez, son compañeros de escuela, vecinos, amigos de juego de las calles. Antes se jugaba en las calles.
Siempre se producen nervios en la previa: pasar lista, adecuar el sitio en el baral, colocar la imagen en el punto de salida, encender las velas para que se apaguen mil veces durante la procesión... Y suena la banda... y comienza la procesión.
Lo más impresionante es ver las caras de los leoneses y leonesas y muchos forasteros, (asturianos, madrileños, vascos, gallegos...) emocionarse con lágrimas en el alma al paso de la morenica. A nadie deja indiferente esta imagen de Victor Giner de los Rios, devotos, creyentes o escépticos todos miran la imagen de la Virgen con sus preciosos y delicados mantos. El respeto y la emoción se mezclan en una sensación mágica que solo se vive bajo el paso.
Y todo esto conlleva el pujar a hombro los correspondientes kilos. Cenar tarde dormir poco. Comer a la hora de merendar y terminar cansado. Con dolor de huesos para unos días pero que ningún hermano con salud se lo quiere perder, algo tendrá que engancha.
Terminar la Semana Santa bailando el paso a ritmo de "La real" frente a la iglesia de Jesús Divino Obrero con todo el vecindario y familiares esperando la llegada es algo difícil de explicar sino es con alguna lágrima de emoción...
Ser bracero del paso de las tres Marías y hermano de la RHJDO es un orgullo que espero mis hijos continúen porque ellos han tenido la fortuna de ser papones antes de saber leer y escribir y las cosas que se aprenden de niños, dicen que nunca se olvidan y siempre se recuerdan.
