Tras la controversia sabiamente anunciada por el filósofo José Antonio Marina, la educación se sitúa en la prensa y en los bares al nivel del tema catalán e incluso a nivel del todo poderoso fútbol. En la actualidad no se habla apenas de educación, si de política educativa y de reformas y contra reformas. Quien más y quien menos, tiene alguna experiencia en colegios, escuelas e institutos, como alumnos, como padres de alumnos o como profesores (los menos).
Se habla con cierto quorum de distinguir y primar al buen profesor frente al mediocre. Como alumno, me atrevería a afirmar que en mi experiencia académica he tenido maestros buenos y maestros malos sin ninguna vacilación. E incluso me atrevería a ponerles nombres sin ningún pudor. Pero como maestro compañero y en la actualidad como director, me sería muy complicado afirmar la existencia de maestros buenos (mucho más sencillo) y maestros menos buenos.
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IES Campos y Torozos de Medina de Rioseco |
Deberíamos hablar de maestros comprometidos con sus alumnos y con el centro y de maestros comprometidos consigo mismo. El maestro debe comprometerse y demostrar curso a curso su compromiso. Recientemente y siguiendo instrucciones de la LOMCE, solicitamos a las familias un documento de compromiso (bastante genérico) en el que le exigíamos la familia se comprometiera a … y el centro a su vez a… A los profes no les pedimos nada, lo damos por supuesto. Conseguimos un nuevo destino en un centro y ni siquiera nos comprometemos documentalmente a colaborar, participar y trabajar por y para nuestros alumnos, por y para nuestro centro.
¡No tiene sentido que en el siglo XXI, la productividad de un maestro no se refleje en nuestro salario! ¡Qué toda la carrera docente se simplifique en aprobar una oposición y después de eso, conseguir un buen destino para, como decía un maestro compañero y amigo, casi prejubilarse!
La productividad se puede gratificar en el destino, en el salario y en el estatus profesional. Buscar el equilibrio entre los tres parámetros nos acercaría a la equidad y justicia laboral.
Pero ¿Cómo podemos evaluar la productividad laborar de un docente?
Todos los procesos educativos no se entienden sin una evaluación que suponga una mejora en el proceso de enseñanza aprendizaje y en las condiciones discentes del alumnado. Pero, el profesorado se sitúa al margen de esta evaluación y apenas tiene relevancia.
A continuación, relaciono 10 indicadores productivos que se podrían fácilmente evaluar:
1. Salidas, visitas, excursiones y actividades complementarias: los alumnos tienen derecho a realizarlas pero el profesorado no está obligado a salir con sus alumnos y en algunos casos resulta difícil encontrar otros compañeros "voluntarios" para llevar, acompañar y hacerse responsable de un grupo-clase de alumnos fuera del recinto escolar.
2. Tutorías: las familias han de ser informadas de la marcha de sus hijos (además de los boletines de notas). Es imprescindible que el tutor o especialista realice una pequeña tutoría trimestralmente para informar a la familia del alumno sobre su marcha académica. Buscar la complicidad de las familias es garantía de éxito.
3. Carga lectiva directa y real: Todos tenemos las mismas horas lectivas en la teoría 25 en primaria y 20 en secundaria. Pero la práctica es bien diferente: No es lo mismo docencia directa con un grupo clase que un apoyo a un alumno que lo requiere o una guardia. No es lo mismo un apoyo a uno de nuestros alumnos necesitados que una coordinación de biblioteca o informática o de ciclo...
4. Áreas o asignaturas a impartir: Existen áreas con mayor carga lectiva, con más responsabilidad, no podemos equiparar el área o asignatura de matemáticas con MAE (medidas de atención educativa), es ilógico.
5. Número de alumnos del grupo-clase: La ratio del grupo clase se debería tener en cuenta ya que la productividad y el esfuerzo de un profesor será mayor cuanto más alumnos tenga. La inclusión de alumnos con necesidades de atención educativa específica dificulta e incrementa el esfuerzo del profesor para llegar a todos los alumnos.
6. Formación activa y real: En la actualidad se solicitan 100 horas de formación cada 6 años para cobrar un sexenio y lo único que se valora es certificar el número de horas. Da igual la calidad, el aprendizaje real que suponen los cursos realizados, la conveniencia o no de la formación en un u otro aspecto educativo etc. Participar en los planes de formación del centro debería ser condición sine qua non.
7. Investigación educativa: Esencial en una educación cambiante que genera nuevos conocimientos y nuevas formas de adquirirlos. Pocos docentes nos planteamos una investigación metódica, reflexiva de aspectos educativos, siempre demasiado cambiantes.
8. Puestos singulares: Con especial dificultad tanto geográfica como social. Alumnado en zonas marginales, desfavorecidas social y económicamente significan un mayor esfuerzo y compromiso para motivar y trabajar por parte del docente.
9. Grupo hetereogeneo e internivelar: Sobre todo en zonas rurales, en los CRAS es común tener 11 alumnos en una misma aula con varios niveles e incluso etapas diferentes.
10. Rendimiento académico: Quizás el indicador más controvertido pero ¿por qué va a cobrar igual un profesor que ha sabido conectar con el alumnado y ha sabido sonsacar un rendimiento óptimo de sus alumnos que el profesor que ha "fracasado" en este aspecto? Y naturalmente hablo de avance positivo del alumno en el que se encuentra al finalizar el curso respecto al inicio. Un alumno de 1 que finaliza con un 4, ha avanzado mucho más que el de 9 que consolida el 10. Los alumnos buenos no necesitan maestro, aprenden a pesar de los maestro”.
¡FÁCIL, PERO IMPOSIBLE!
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