sábado, 31 de diciembre de 2016

Feliz 2017

La sociedad actual tiene una cuádruple moralidad: la íntima, que ni nosotros mismos queremos conocer. La personal,que mostramos a nuestros seres queridos y amigos. La social para conocidos y compañeros de trabajo y la que actualmente nos ocupa por completo: la moralidad de las redes sociales.
Fariseos e hipócritas dicen los evangelios que llamaba Jesucristo a los no son y querían aparentar ser.
En nuestra primera década del segundo milenio la mediocridad, la falsa fraternidad y las gilipolleces colman los buenos deseos para un año nuevo impar que dejará de ser bisiesto el último de febrero o el primero de marzo.
Nuestra actual droga legal, en forma de teléfono inteligente, se llena de imágenes, audios y vídeos a cada cual más ocurrente o cursi para colmar el narcisismo del emisor y falsear la realidad virtual cada día más irreal.
Entre lo íntimo y lo social, nos quedamos con las payasadas que enviamos en forma de buenos deseos para aparentar que nos acordamos de las personas que si no fuera el aparato jamás estarían presentes en nuestras oraciones.
Y es que la tontuna general se ha apoderado del mundo. Nos sacamos miles de fotos mostrando la felicidad más absoluta que apenas dura la apertura del objetivo y nos olvidamos de la vida real, la de verdad. Enviamos decenas de WhatsApp a personas que solo conoce nuestro aparato y que ni un hola se nos escapa de la boca cuando nos cruzamos por la calle. Somos unos auténticos cabrones hijos de puta encantadores de serpientes telefónicas.
Hace 50 años el filósofo inglés Bernard Williams escribía lo imposible que es "acortar la distancia entre la verdad y la incerteza de que tal cosa exista". Si nos observara ahora las falsas verdades que mostramos en nuestras redes sociales... Qué coño tenemos en la cabeza para enseñar lo que no somos, aparentar lo que nunca llegaremos a ser y falsear nuestra realidad sin que nadie nos diga que lo hagamos.
Estamos llegando a un punto, en el que, los  años ha que hemos abusado de esta droga, comenzamos a darnos cuenta que desengancharse y desaparecer es una de las mejores opciones y soluciones. Tendrá que ser poco a poco, amodico pero sin vuelta, sin retorno y sin perdón ya que google ya se encarga de recordar de por vida, quienes quisimos y no pudimos ser.
Bueno, que le vamos a hacer. A pesar que sois todos unos hijos de puta os deseo un feliz 2017.
HAVE THE HAPPIEST OF NEW YEARS!

domingo, 11 de diciembre de 2016

Los Equipos Directivos y la organización escolar


La actual organización escolar de los centros educativos recae casi al 100% en las espaldas de los Equipos directivos en general y muy en particular en el Director.
Curso a curso, la Administración Educativa es cada vez más exigente con las funciones directivas. El director ha asumido las competencias de un Consejo Escolar desterrado a una supervisión y control imposible de asumir.
El actual director de un colegio se dedica casi exclusivamente a aspectos administrativos que se multiplican mes a mes. Atrás quedan los años en los que había tiempo para impulsar la labor del profesorado, entrevistarse con las familias y sobre todo: conocer al alumnado.
La desconexión de los Equipos Directivos con la realidad de los centros educativos está siendo una de las mayores torpezas que la actual Administración. Está situación se está acelerando gracias a las incesantes tareas administrativas a las que se está sometiendo un trío que pocos maestros y maestras quieren para sí.
Ahora que se habla de consenso educativo entre los desconectados políticos con la sociedad, se requiere algo más que voluntad para llegar a un acuerdo duradero y resistente a los vaivenes y modas educativas y pedagógicas que muchos nos quieren colar sin saber como enseñar a un niño que 2+2=4 o que burro se escribe con b.
Un futuro acuerdo educativo no necesita buena voluntad, necesita capacidad y experiencia y ambas se encuentra en cualquier pasillo de colegios e institutos. Contar con los maestros y maestras es imprescindible y condición necesaria para conseguir una eficaz Ley Educativa. Hablar cinco minutos con un profesor o profesora sobre los actuales problemas de su aula nos demostrará lo insignificante e irrelevante que es la burocracia educativa.

domingo, 4 de diciembre de 2016

Quiero jubilarme con la próxima Ley de Educación

Tengo 45 años, soy maestro de Primaria y quiero una Ley de Educación que aguante hasta mi jubilación. ¿Es mucho pedir?
Me da igual que la religión sea curricular o extra escolar, que haga media o que muchos de los maestros sean sobrinos o primos de curas u obispos: me da igual...
Me da igual las asignaturas que tengamos que impartir aunque pasemos por la clase de primero de Primaria siete maestros, me da igual...
Me da igual que la ratio de alumnos no disminuya y tenga en clase veinticinco alumnos y alumnas amontonados, me da igual...
Me da igual que me quiten el mes tradicionalmente vacacional de julio para obligarme a formarme en lo que ni me interesa ni necesito, me da igual...
Me da igual que tenga que aguantar las exigencias desproporcionadas de padres y madres desquiciados por un ritmo de vida imposible de mantener un clima familiar coherente, me da igual...
Me da igual que los inspectores me exijan las programaciones con celdas verticales, letra arial y con negrita las palabras que lleven j, me da igual...
Me da igual que pasen de la Etapa más importante del ser humano: la Educación Infantil, al fin y al cabo ni es obligatoria ni tiene ninguna trascendencia, me da igual...
Me da igual que liquiden sesiones de Educación Física, total los chicos ya mueven el culo en el sofá jugando a la Play, me da igual...
Me da igual que pongan y quiten reválidas porque ya estoy demasiado acostumbrado a que cuestionen mi trabajo, me da igual...
Me da igual que no se haga nada por animar la natalidad y supriman escuelas y maestros que sobran y cobran, me da igual...
Me da igual que mantengan un calendario escolar desde hace 300 años que tan solo depende de las dietas paganas y religiosas, me da igual...
Me da igual que cada Comunidad Autónoma haga y deshaga al aliento de sus intereses políticos para conseguir seguir sin parecer un país, me da igual...
Me da igual que me digan que modere los deberes o que los suprima, me da igual...
Me da igual que el actual bilingüismo sea una utopía imposible de organizar en nuestros colegios, me da igual...
Me da igual que el Consejo Escolar pinte menos que el director y que ambos sean marionetas en manos de una Administración Educativa voraz e inhumana, me da igual...
Me da igual que trabajemos con tecnología obsoleta y me exijan saber y hasta dominar todo lo que aparece en el mercado, me da igual...
Me da igual que me culpabilicen del fracaso escolar de mis alumnos, me da igual...
Me da igual hablar de inclusión, de diversidad, de adaptaciones de aprendizajes imposibles de satisfacer sin recursos ni formación, me da igual...
Me da igual no poder reparar el radio cassette o sustituir la lámpara del proyector o adquirir un parchís para los recreos de lluvia, me da igual...
Me da igual los objetivos, los contenidos, los indicadores o las capacidades que se contemplen, me da igual...
Me da igual que haya perdido la ilusión, que la desafección docente sea masiva, me da igual...
Me da igual la ley orgánica que aprueben, tan solo les pido que sea duradera: hasta me atrevo a ponerle nombre, debería llamarse: LOEG: LEY ORGÁNICA DE EDUCACIÓN GENERACIONAL. Sería un magnífico comienzo.